Nativos digitales...
Llegan a casa, se sientan frente al ordenador y mientras conectan con su red de amigos, ven un vídeo en YouTube, chatean con amigos mientras se descargan una canción o un capítulo de su serie favorita. Es decir, prestan atención parcial a varias cosas a la vez. "Su atención se divide mejor, su cerebro tiene un procesador más complejo", explica Enrique Dans, profesor de Sistemas de Información del Instituto de Empresa. El que se educa desde pequeño con los idiomas, aprende muy rápido otros idiomas. Lo mismo pasa con la tecnología.
Siendo adolescentes, los nativos digitales manejan dispositivos que hasta hace poco sólo estaban al alcance de una persona de 30 años. El 96% de los jóvenes tiene móvil, según el último estudio del Instituto de la Juventud (frente a un 88,4% de 2004). Y como dice Soledad González, profesora de Economía e Historia del colegio Lourdes, de 57 años, lo que ella enseña a chicos y chicas de 17 años es lo que ella aprendió en la Universidad.
Los primeros nativos digitales, personas nacidas desde los años noventa, ya están llegando a la Universidad. Es allí, y en las enseñanzas medias, donde se pone de manifiesto la conveniencia de adaptar los sistemas educativos a unas nuevas necesidades. "El profesor deja de ser el poseedor del conocimiento", explica Fernando García, profesor de Química del colegio Irabia de Pamplona y autor del libro Educar hijos interactivos. "Hay una pérdida de autoridad de los padres y profesores, ya no le preguntas a papá o al profe las dudas, porque a lo mejor son ellos los que no saben". Las respuestas se buscan en Google y YouTube. "El profesor no puede ser un poseedor de conocimiento", sostiene García, "tiene que ser un guía que ayude a distinguir la información veraz de la no veraz; debe ser un tipo que acompañe en el uso de los medios".
Ángel León, de 56 años, responde al perfil de lo que Prensky llamó un inmigrante digital. Es decir, una persona que no ha nacido en ese entorno pero que se adapta a él. Como profesor de Historia del colegio Lourdes, ya no utiliza nunca la pizarra. "Hace años que no me mancho las manos de tiza", dice sentado en un aula, frente a su ordenador. "Mi tiza es esto". Y extrae de debajo de la camisa una llave USB de ocho gigas que llevaba colgada al cuello. Ahí están sus lecciones, que actualiza por la noche cuando llega a casa.
Hace 10 años, en su clase sólo había un alumno con conexión a Internet. "Desde hace cinco, se ha generalizado y los alumnos tienen una gran destreza informática. La estructura educativa va por detrás". En pantalla, una de las animaciones que utiliza para explicar cómo funcionaba la máquina de vapor en la revolución industrial. "La imagen animada tiene un efecto psicológico, no pueden dejar de mirar. Hace 10 años, se hacía una transmisión magistral, se dictaba la verdad y ellos memorizaban. Ahora estamos en una fase de transición, estamos empezando a incorporar el audiovisual e Internet a los procesos educativos. Entramos en un proceso de permanente adaptación y los que no se adapten serán los analfabetos tecnológicos del futuro".
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